sábado, junio 23, 2007

Calentamiento Global (Mayo)

Al cierre de esta edición, Cecilia Bolocco estaba siendo sometida a una de las peores cacerías humanas de las que se tenga recuerdo. Se la ha tratado como a una cualquiera por estar haciendo en el patio de su casa lo que todos deberíamos hacer con más frecuencia y no sólo para exigir aumento de sueldo. Antes se le reprochaba su adicción a los manuales de autoayuda. Ahora que ella ayuda, se la critica más. Incluso la convirtieron en una de las atracciones turísticas de Miami, ciudad a la que, por cierto, le sobran atracciones turísticas. Cito al guía de alguna expedición: “esa es una balsa, esos son cubanos, esos son tiburones y esa que ven allá es Cecilia Bolocco enchufada a su novio”.
Me preocupa qué va a pasar con el pequeño Máximo, que a estas alturas debe creer que su madre es una cortesana (y después creerá que su padre es inmortal). El próximo año el retoño de Cecilia entra al colegio: espero que no sea sometido al mismo escarnio que su madre. Ya sabemos que los niños son crueles y no sólo se transforman en matones en miniatura: ahora lo publican en youtube.
Cuando las tías –o misses, en este caso- le pidan que describa a su familia, él seguramente dirá “somos yo, mamá y papa-razzi”. Cuando aprenda a escribir, frente a la típica composición de “Mis vacaciones”, el muchacho relatará, con inocencia: “Estuve en la casa de Miami. Me bañé en la piscina. Tomé mucho helado. Mi mamá se disfraza de Barney cada vez que sale al balcón. Hay otro señor. En la playa habían 45 lanchas.” Y eso hasta que empiecen las reuniones de apoderados. Ahora, al menos, no faltarán los papás.